En contra de todos

 

1. Sin presión

Anabel se sentó en su puesto y miró las hojas delante de ella: primero la audición de los cantantes; después, de los bailarines. Cerró sus ojos e hizo 3 respiros profundos. Estaba tan estresada que se asustó cuando su hermana Eulalia tocó su mano y sonrió para darle su apoyo. La presencia de alguien familiar era lo que Anabel necesitaba, pero no fue algo inusual: Eulalia había ayudado a escribir los libretos; era una coautora del musical, pero prefería denominarse la mano derecha y la psicóloga personal de Anabel.

Al lado de Eulalia aparecieron Jaime, el compositor, y, desafortunadamente, el director del teatro que por “casualidad” estaba cerca del aula de la audición y, como no tenía ninguna reunión importante, decidió ayudar a “su increíble equipo a elegir los actores ideales de su nueva superproducción”. Pero todos sabían por qué había llegado: su hija, la pequeña Evita, que ya había cumplido 20 años, quería recibir el papel principal. El problema era que el director siempre alababa la voz de Evita, lo que probablemente significaba que ella no era la segunda Barbra Streisand. Anabel lo sabía por experiencia; antes se había ocupado de un grupo teatral para niños o más bien intentaba hacerlo, pero algunos de los padres no sabían aceptar que quizá el teatro y sus hijos no coincidieran.

El director, muy excitado por poder estar presente en la primera audición de su hija, su única familia y persona más importante de su vida, hablaba por los codos elogiando a Evita, pero Anabel no lo escuchaba. Sabía que era su musical y la última palabra era suya. Y también de Eulalia y Jaime. Pero en realidad recordaba que fue casi un milagro que el director diera su aprobación a la idea de presentar un musical. En el teatro sólo una vez, hace 10 años, se presentó este tipo de espectáculo que al final resultó un fracaso total casi provocando la declaración de insolvencia. Sin presión.

Anabel ojeó los cuestionarios de los candidatos. Evita era una de los últimos. Y antes de ella una chica que de niña había aparecido en Broadway, otra con formación teatral... En total había 14 candidatas para 5 papeles femeninos y 8 candidatos para 5 papeles masculinos. Ojalá alguien de ellos supiera cantar o bailar. 

 

 

 

 

 

2. Todos cantan... Pero no todos pueden escucharlos.

Está bien, está bien, es tu primer musical, pero todo va a estar bien. Tranquila. Vale, empezamos. Sorpréndenos yyy, ¿cómo te llamas? A, Tomás. 

Esto no es lo que pensaba. ¿Ya puede acabar? Uff, gracias. Pero baila bien. Ya veremos.

Adelante. Gemelas? Vale, ojalá sean un doble éxito y no un doble desastre. Cantan bastante bien. Hombre, mi abuela baila mejor. Hay que trabajar en esto, pero puede funcionar.

Mi favorita. Sin dudas recibe el papel... ¿Ella apareció en Brodway? ¿Es una broma? ¿Y que papel tuvo? ¿Sordomuda? Ni baila, ni canta, esto no puede ser. No en mi musical.

La chica con formación teatral. Si es como la del Brodway, dejo el teatro... Uff, todavía hay personas con talento.

Desastre. Faltan 3 personas. Si no tienen, por lo menos, una voz un poquito agradable ni sentido del ritmo, voy a matar me. ¿A quién elegiremos, a quién elegiremos? Vale, respira, a lo mejor sólo 3 personas tienen que cantar bien, el resto no tanto. Tranquila, seguro que alguien de ellos no es tan malo.

Ahora toca a Evita. Ha escogido una canción muy difícil. Si la canta bien... ¡Esto es el fin del mundo! ¿El director no ha exagerado? ¿Ella de verdad canta así? ¿Es su voz? ¡Contrólate, mujer! No es tan buena como si fuera una estrella, pero... Canta. Y no baila tan mal.

Y el último. ¿Dónde esta? Llega tarde. Mala señal. O, tenemos un ganador. Por lo menos la decisión será fácil.

Vale. De 23 personas sólo 10 no son tan fatales. Ideal, hay 10 papeles. Pero sólo 4 hombres. Y ahora, ¿qué? ¿Uno de ellos tendrá 2 papeles? ¿Una chica será un hombre? Nos espera una noche muy larga. Por lo menos ya tenemos el papel principal masculino, esto sin dudas. ¿Pero el femenino? ¿A quién elegir? ¿A Evita o a la otra chica? Si damos la oportunidad a Evita, el director será superfeliz. Pero ella no tiene experiencia. ¿Y qué pasa si falla? Seguramente será nuestra culpa. ¿Y la otra? Tiene formación, pero algo me ha faltado en su presentación. No sé... ¿Quizá emociones? Será una decisión muy difícil.

 

 

 

 

 

 

3. ¿Otra audición?

Uff, ¡qué noche! ¿Quién hubiera pensado que de tan pocos candidatos habría sido tan difícil elegir los que formarían el elenco? La noche anterior Anabel, Eulalia y Jaime discutieron casi 8 horas, incluso estuvieron a punto de cancelar el musical, convocar otra audición o, como último recurso, presentar 3 versiones del musical, cada una con actores principales diferentes. Pero al final llegaron a un acuerdo, para algunos muy doloroso. En realidad nadie quedó completamente contento, pero algunos sabían ocultar sus lágrimas, quejas, gritos, incluso ganas de dar un puñetazo, y otros no.

Eran las 11:55 y los resultados deberían ser presentados a las 12:30, pero todos habían decidido poner la lista antes para no empezar a analizarla otra vez, cambiarla y, a lo mejor, pelear por 9° vez en menos de 24 horas. Algunas personas no podían esperar hasta dicha hora y ya estaban esperando a que alguien les dijera que sí, que por supuesto su enorme talento había sido notado y que interpretarían el papel principal. Anabel, con los ojos como oso panda, puso la lista con los nombres de las personas y se retitró justo antes de que las gemelas la pisotearan. Desde lejos Eulalia y Jaime observaban las reacciones de los candidatos al leer la lista. Algunos no vinieron, probablemente la audición había sido para ellos una broma y es lo que había pensado Anabel viendo sus presentaciones. Y los que vinieron, pues, Eulalia, Jaime y Anabel, que se unió a ellos, fueron testigos de grandes actuaciones teatrales: las gemelas empezaron a cantar como si ya estuvieran en la escena el día del estreno; alguien se puso a llorar, pero lloró tanto, que las siguientes personas que querían ver la lista patinaron por el manto de lágrimas; unos se enfadaron hasta el punto que la seguridad les hizo salir; otros enloquecieron y la del Broadway se desmayó. Viendo las reacciones, Eulalia, Anabel y Jaime se miraron como si quisieran preguntarse: ¿de verdad queremos presentar el musical con estas personas?

A la 1 los que obtuvieron algún papel deberían presentarse en una reunión en el aula donde se harían las preparaciones. Todos vinieron muy contentos, excitados y con ganas de empezar este proyecto. Casi todos, faltaba una persona. De golpe, se oyo los pasos, pero  fueron los pasos de 2 o 3 personas que se detuvieron justo delante del aula. 

 

 

 

 

 

4. Ojo, ha llegado la estrella

Todos miraron la puerta que, sin embargo, no se abrió. Como si las personas desparecieran. Anabel se acercó a la puerta y cuando quería abrirla, de repente, se abrió y entraron 3 personas. Todos, un poco asustados, les miraron: eran 2 hombres y una mujer o, mejor dicho, una chica. El primer hombre era muy alto, vestía traje y gafas de sol y tenía las manos en la espalda, y en el otro Jaime, Eulalia y Anabel enseguida reconocieron al director del teatro, pero algo no estaba bien: tenía las mejillas rojas como tomates; aunque sus ojos eran pequeñitos, brillaban o incluso parecían lanzar rayos. Algo no funcionaba y Anabel ya sabía qué.

La chica, que se encontraba detrás de los hombres, era Evita, acurrucada, con los brazos cruzados, cabizbaja, tenía miedo de mirar hacia delante. El pelo, brillante y moreno, caía sobre su rostro, pero se podía ver los ojos grandísimos, azules como el mar, ahora tristes, casi vacíos.

De repente, Evita salió de detrás de esta pared de músculos y, con pasos silenciosos, casi como si volara, se unió al resto del equipo y evitó la mirada de su padre. Sentada al lado de Eulalia, ya no era tan pálida como 2 minutos antes. Miró alrededor y, dándose cuenta de que todos la observaban, sonrió, mostrando los dientes blancos, y se disculpó por llegar tarde, pero su padre quería acompañarla en su primera preparación. Lanzó hacia él una mirada tan fría, tan odiosa, pero en el mismo momento tan suplicante, tan esperanzada, que el director enseguida se animó, o por lo menos parecía animarse.

El padre de Evita se acercó a Ana y le dijo, en voz baja, para que nadie más le escuchara: “Si tu musical es un fracaso y todos se burlan de mi hija, estarás acabada”. Después de estas positivas palabras, muy motivadoras, se fue con su gorila y todos se pusieron a trabajar para preparar el musical que tendría su debut en la gran escena del teatro dentro de 6 meses.

 

 

 

 

 

 

 

5. Places[1]

Caos. Esta palabra describe perfectamente lo que pasaba entre bastidores 1 hora antes del estreno. Anabel corría de un lado a otro comprobando si todos estaban presentes, si todos estaban vestidos en sus trajes, si todas las decoraciones estaban en sus puestos, si los músicos... Bueno, de los músicos no tenía que preocuparse porque acordaron que Jaime, como compositor, se encargaría de ellos. 

45 minutos. Anabel se detuvo y miró alrededor, pero no veía nada, solo manchas negras.

— Respira —  dijo Eulalia despertando a Anabel . Todos están preparados. Has trabajado 6 meses para este momento que finalmente ha llegado. ¡Disfrútalo! —  le gritó en la oreja. Tenía razón. Es su momento. Ahora o nunca.

30 minutos. Hay que repasar la escena final. ¿Dónde están los micrófonos?

20 minutos. Y ahora la primera escena. ¿Todos saben cuándo salir al escenario?

10 minutos. Anabel miró Evita y en un segundo todo la esperanza que tenía, que en realidad fue como la esperanza de los hinchas del último equipo de la liga antes del partido contra el líder, o sea poca, desapareció. Evita era como un niño que por la primera vez entra en un supermercado: alrededor pasaban tantas cosas y ella no sabía que hacer con sí misma. Anabel se acercó a ella. Es hora de charlar.

— Mira, sé que estás asustada porque es tu primer gran papel, de hecho es el único papel que hasta ahora has recibido... No importa, tienes miedo porque si algo no sale bien tu padre va a criticarte —  y despedirme, añadió en la mente —, la gente va a reírse de ti y ... —  viendo las lágrimas en los ojos de Evita Anabel decidió no hablar más de las cosas que pueden suceder si el musical será un fracaso — . Pero no piensa en esto. Deja de pensar. Lo haces para ti misma. Eres mejor de lo que piensas, de lo que todos piensan. ¿Van a reírse? ¡Al demonio con ellos! Quien no arriesga, no gana, ¿no?

Anabel no sabía si lo decía para Evita o para sí misma. O para todos porque a medida que iba diciendo su monólogo, más y más personas rodearon las dos y esucharon en silencio las palabras que, en realidad, todos necesitaban oír.

2 minutos. Todos preparados, muy motivados, pero también orgullosos de sí mismos. 

0 minutos. Es la hora del espectáculo. O será éxito o será desastre, nada en el medio. ¿Pero a quién le importa esto?

 



[1]  (ang.) lugares, sitios, puestos; es lo que se dice antes de empezar un musical u otro espectáculo para que todos sean preparados; en español “Posiciones”; en polaco “Na miejsca”.