"Te importa una mierda la muerte de tu hijo"

Hace un tiempo, apreciado lector, te expliqué el caso de Dawid Zapisek, un chaval polaco de 14 años, seguidor de la selección española y del Real Madrid y que padecía una atrofia muscular espinal de tipo 1, una enfermedad degenerativa muy cabrona que no le impidió asistir a la final de la Eurocopa en Ucrania. Acompañado de su madre y de un asistente médico viajó a Kiev donde disfrutó de la victoria de la selección española, aunque para ello se jugó la vida ya que un viaje de ese tipo podía acarrearle daños irreparables a su delicado y quebradizo cuerpo.

 

La muerte no le llegó ese día ni al siguiente. Pero la enfermedad que sufría era inexorable y tarde o temprano iba a acabar con él. Los médicos dijeron a su madre el día en el que nació que su hijo no llegaría a los cinco años. Llegó a cumplir 14. El 18 de septiembre de este año, dos meses y medio después de la final de Kiev, Dawid Zapiszek murió en Gdańsk, su ciudad natal.

 

Tras su muerte, las muestras de afecto hacia él y su familia han sido numerosas. En los estadios polacos se ha coreado su nombre y se han colocado mensajes en las gradas honrando su memoria. Pero no sólo en Polonia se le ha homenajeado y recordado. Iker Casillas grabó un vídeo que fue emitido en diferentes televisiones polacas en el que expresaba su pésame a la familia de Dawid y explicaba por qué era un elemplo de persona y de superación ante las adversidades. También firmó una camiseta con un mensaje en polaco de apoyo a la familia que le fue entregada posteriormente a la madre de Dawid.

 

Y aquí termina la historia de Dawid y empieza la de su madre, Sylwia.

 

Sylwia ha vivido casi en exclusiva dedicada a su hijo. Sabía que tarde o temprano tenía que llegar el momento en el que se despidieran, por lo que quería aprovechar el tiempo del que dispusieran para dar a su hijo todo lo que estuviera a su alcance; quería hacer realidad todos los sueños de su hijo. Y así han transcurrido todos estos años de abnegada dedicación.

 

No sé qué puede hacer una madre que ha dedicado todo su tiempo a su hijo para superar la muerte de éste. No sé qué puede hacer cualquier padre para superar una tragedia así. En el caso de Sylwia, una de las cosas que ha hecho, ha sido mantener activo el perfil de facebook de Dawid. En el perfil de facebook, Sylwia incluye comentarios dirigidos a su hijo, como si de esta manera se pudiera poner en contacto con él. Le explica qué planes tiene y le pregunta qué haría si estuviera con ella. También explica cómo está llevando a cabo el testamento de Dawid y cómo reparte el material médico, según la voluntad del hijo, entre diferentes niños que sufren la misma enfermedad o parecidas. Además, añade los enlaces en los que se escribe sobre su hijo o informa de las cadenas de televisión y programas en los que se tratará la historia de su hijo.

 

No sé si ésta es una buena terapia o no. No estoy en posición de juzgar ni quiero hacerlo. Lo cierto es que durante la Eurocopa el perfil tenía unos 500 'Me gusta'. Ahora ronda los 6000 y aun después de su muerte sigue creciendo. Esto significa que la popularidad ha ido aumentando, con todo lo que conlleva. Generalmente los comentarios de la gente suelen ser de apoyo y recuerdo, pero a veces se desliza algún comentario negativo e incluso ofensivo. La madre los elimina, pero lejos de hacer oídos sordos, los comenta, devuelve el golpe y espera que otras personas le den la razón a sus lamentos.

 

Alguna vez la han acusado de utilizar la enfermedad de Dawid para promocionarse y de que en realidad le "importa una mierda la muerte de su hijo". Incluso la han acusado de no ir a la tumba a visitarlo después del funeral. Que una madre vaya o no vaya a la tumba de su hijo es una cuestión muy personal y que depende de las fuerzas que uno tenga. Pero por otra parte, parece que alguien de la familia, según Sylwia, vigila sus movimientos.

 

Incluso parece que no quieren dejar tranquilo a Dawid ni en su propia tumba. Las semanas siguientes a su muerte decenas de hinchas dejaron bufandas de sus equipos alrededor del sepulcro. Asimismo, los futbolistas del Lechia Gdansk, equipo polaco al que seguía, dejaron un balón firmado. Pues bien, un día desapareció el balón y poco después alguien se llevó las bufandas, y eso que estaban cortadas para que nadie tuviera la tentación de robarlas para revenderlas.

 

En fin, a veces la condición humana te sorprende por cosas positivas, como fue la energía vital de Dawid, y otras te sorprende por la miseria que arrastra.

 

Raúl Fernández Jódar

Texto publicado en El Huffington Post.

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